En ocasiones nos encontramos en el tiempo y espacio apropiados para convertirnos en unos dementes.
Íbamos a toda prisa, ¿a dónde?, quien sabe, pero mi padre manejaba a toda velocidad aquella noche turbia. Eso hasta que la gasolina se acabó y tuvimos que detenernos en un angosto camino dentro del bosque. Cuando bajé del auto, lo primero que sentí fue una gran zanja de lodo producida por las recientes lluvias ensuciando mis zapatos nuevos.
Los celulares no tenían señal, el auto sin gasolina y en medio del bosque. El lugar y tiempo menos indicados. Comencé a sentirme frustrada por aquella situación.
-Iré a orillas de la carretera, tal vez alguien pueda ayudarnos. –Dijo mi padre en tono heroico, como si de verdad alguien quisiera adentrarse en el bosque con un completo desconocido para ayudar a su familia.
Mi madre asintió y mis tres hermanos y yo solo pusimos los ojos en blanco cruzando los brazos. Prendí mi reproductor para escuchar un poco de música y me recargué en el cofre del carro. Estaba muy distraída como para escuchar la plática de mis hermanos y mi madre hasta que el aparato comenzó a fallar. Le di unos golpecitos pero no se componía. Fue cuando vi a lo lejos a una niña vestida de blanco. Sentí escalofríos y grité lo más fuerte que pude.
“¿Qué pasa?” preguntaban todos. Yo solo apuntaba con mi dedo índice, temblorosa y pálida. Pero nadie logró distinguir algo. Mamá sabía que lo que vi podría ser una amenaza y corrió a buscar a papá, pero no había salida. Después de un perímetro de diez metros de bosque todo era precipicio. Papá probablemente había caído en el.
Mamá se detuvo a tiempo, por suerte. Pero no terminaba ahí la desgracia… La niña de blanco apareció al lado de mi madre y le atravesó una daga. Mi cabeza daba vueltas y vueltas, hasta que no pude evitar vomitar. El olor era horrible, me temblaban las piernas. La niña se acercaba a lentamente hasta mí y noté que no utilizaba sus pies, solo flotaba y debajo de su vestido llevaba unos zapatos… los mismos zapatos que yo llevaba puestos.
La niña se acercó hasta quedar de frente conmigo. La miré, era yo. O un reflejo de mí. Yo maté a mi madre.
En ocasiones nos encontramos en el tiempo y espacio apropiados para convertirnos en unos dementes.
~Imagen de http://keerakeera.deviantart.com/ ~
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